Rilke dijo que la verdadera patria de una persona es su infancia. Si a la patria le añadimos “motorística”, entonces pienso que se retrasa un poco más, hasta la juventud, la época por excelencia para despertar la afición, nuestra afición.
Muchos de nosotros peinamos canas y seguimos colgados de unos artefactos fabricados entre 30 y 45 años atrás, los mismos años que hemos ido añadiendo a nuestro cuentakm particular.
Por eso, cuando alguien de las nuevas generaciones se fija en una de esas motos y le seduce de tal manera que se acaba comprando una, no puedo menos que sentir una gran alegría. Esta persona se llama Marcos y por fin, después unas cuantas vicisitudes, ya tiene una clásica española, una Cota 247.
Marcos ha buscado en talleres e internet; amigos del Foro Texas como Julián. José Mª y Pep, también han echado una mano. Por dos veces, ha encontrado una 247, y esas dos veces se le ha escapado la moto, una de ellas con paga y señal dada. No debían ser para él, porque además la que se ha quedado está mejor que las que perdió, o sea que, como muchas veces, ha valido la pena esperar.
Marcos y Toni, su simpático padre, ya tienen una de esas motos que tanto nos hacen soñar, y desde que aquí, les envío mi más cordial enhorabuena, dándoles la bienvenida a un mundo apasionante.
Le faltan algunos detalles, pero son de los menores: plasticos y gomas, lo importante está todo muy correcto, ojalá me hubieran entrado así las que tengo ahora.