Todo empezó en la Impalada de 2015, cuando Julián y José Mª
decidieron venir hasta Barcelona en moto desde Madrid. La verdad es que cuando
lo escuché, pensé que tenían muchas ganas de ir en moto, excesivas ganas. Luego
durante aquel día formamos un grupo Julián, JM, Nacho, Pepe (a quien conocimos
ese día) y yo. Creo que nos compenetramos bien y la jornada, pese a algún
problemilla, resulto memorable, y como suele suceder en estos casos nos generó
un gran hambre de moto y claro, ¿que hace una persona cuando disfruta haciendo
algo?, intenta repetirlo, pero ¿como?.
Fue Pepe quien tuvo la genial ocurrencia: devolver la visita
a Julián y José Mª, yendo a Madrid en moto, un viaje de 1.300 km en 4 días.
Buscamos fechas y la que nos iba mejor era la del puente de la Diada,
lamentablemente, un cambio de planes de otro grupo de amigos de Pepe, con los
que estaban preparando un viaje a Marruecos (en moto claro) impidió su
participación, de modo que iríamos Nacho y yo en dos motos suyas: una Impala
Sport 175 y una Texas 175.
La ruta elegida fue la misma que hicieron Julián y José Mª,
pero en sentido inverso, evitando autovías y autopistas.
PREPARATIVOS
Aunque no se trate de una travesía africana, para disfrutar
del viaje y no hacer un clinic de reparaciones itinerante, lo primero que se
requiere es que las motos estén en perfecto estado; las motos de Nacho están
restauradas al 100% y funcionando de modo inmejorable. Para la Impalada
recibieron un repaso general, ahora hemos hecho una supervisión de cosas
básicas: apriete de tornillería, tensado y engrasado de cadena, etc. Pero en la
Texas hicimos algo más, colocar la corona original de 46 dientes, sustituyendo
a la de 44, que ampliaba el salto entre la 3ª y la 4ª. La Texas lleva una
relación de cambio de Impala en sus tres primeras marchas con una 4ª mas
desmultiplicada que en combinación con piñón y corona de 12/46 por 14/44 de la
Impala, permite un uso adecuado por montaña de la 1ª-2ª-3ª, con una 4ª para
carretera. La corona que llevaba ahora aumentaba el salto entre 3ª y 4ª, lo que
dificultaba su uso en subidas o con viento de cara. Jordi D nos puso en
contacto con Joaquím Barrachina, gran aficionado a las clásicas, quien nos
mecanizó la corona en bruto de duraluminio, haciendo el alojamiento para el
cojinete y los orificios que la aligeran.
Por último, y pensando en las condiciones de uso (régimen de
vueltas elevado de forma continua) Nacho, teniendo presente los consejos de
Pepe, decidió usar una mezcla con Castrol Power 1 Racing al 2,5%, eso supuso en total 1
litro y pico en la ida y otro tanto para la vuelta. Para facilitar la
preparación de la mezcla, Nacho adaptó para medidor un envase de yogurt,
calibrado con la medida de aceite por litro.
Quedaba el tema del equipaje. Nacho compró una bolsa extensible
para depósito, fijada por imanes, el resto lo resolvimos con mochilas y unas
redes elásticas. La idea era no complicarnos mucho y evitar utilizar accesorios
fijos. La mochila de la espalda descansa
sobre la que se apoya en el asiento, por lo que su peso no se transmite a
nuestra espalda, es como si no lleváramos peso (en el viaje lo pudimos
comprobar).
Al probar la red con la mochila sobre el asiento, vimos que
se marcaba la tapicería; una espuma recortada y unos trozos de armaflex,
ofrecieron la protección que necesitábamos, una solución funcional y
simple por menos de 3 €.
En cuanto al equipo, Barbour, faja, traje de agua y casco
tipo jet, que te da un amplio ángulo de visión y permite percibir mejor
las sensaciones de la conducción.
EL VIAJE
DIA 1
Pepe vino a darnos el banderazo de salida y tomar unas fotos
del inicio del viaje, que empezamos, igual que José Mª y Julián, lloviendo, lo
que se alargó aprox. hasta el mediodía.
La primera parte fue bastante pesada, tráfico y agua te
hacen ir en tensión permanente. Paramos a la salida de Valls para
comer algo.
Valls
Remedio casero para no mojarse el calzado y que no ocupa espacio en el equipaje
Es a partir de Reus cuando la densidad de
vehículos se reduce, cruzar el Ebro en Mora de ídem marca otra
frontera y es cuando pudimos empezar a conducir sin pensar tanto en los
demás porque no había casi "demás". Ir en moto es una experiencia
individual y yo al menos, cuando disfruto de verdad es cuando me encuentro solo
con la moto, aunque haya mas gente al lado.
Repostaje en Mora d'Ebre
Después de Gandesa y cuando comienzas a ganar altura, puedes ver a
tu izquierda una impresionante vista del Parque Natural dels Ports de Beseit.
Me lo apunté para hacer una foto a la vuelta, pero no pensé en la luz, y el
momento bueno era a la ida, por la mañana quedan a contraluz y no se aprecian bien
hasta el mediodía. Esta foto no es mía pero refleja más o menos lo que se
ve, aunque desde más cerca.
Ports de Beseit
www.casabarcelo.com/es
Hasta comenzar el descenso a la altura de Caseres, el
paisaje a tu izquierda es soberbio; llegamos a Calaceite, donde hacemos otra
parada para comer algo y tomar un café. Evitamos darnos un atracón porque así
tienes digestiones mas ligeras y no paras tanto rato. Por cierto, es otro
sitio para apuntarse porque tiene un centro histórico muy interesante.
Calaceite - Nacho preparando el bote para la mezcla
Calaceite - reponiendo fuerzas
Calaceite - un café y ... gas
Pasamos por fuera de Alcañiz, punto a partir del cual
empezamos a cruzarnos con unos cuantas BMW que iban a una concentración en
Formigal.
Ya estábamos totalmente dentro del viaje, te abstraes de
todo y la ruta se convierte en tu presente, en tu mundo.
A medida que aumentas la velocidad, tu ángulo de visión se
reduce hasta llegar a convertirse casi en un tubo. Muy pocos vehículos y
circular a 80-90 km/h, como íbamos nosotros, te da una amplia visión de lo que
te encuentras y no estar pendiente de lo que hacen otros. Disfrutas de la
carretera, atraviesas una recta, miras el cuentakm, ves el brillo del faro y
del aro perfectamente cromado, mas allá, el fondo borroso del asfalto que pasa
por debajo tuyo, levantas la vista poco a poco y empiezas a ver las hierbas de
la cuneta, después, mas nítidamente, un árbol, una casa, los campos, al fondo
las montañas casi estáticas; todo a la vez como un mosaico cambiante. Trazas
una curva, te abres acercándote a la línea discontinua que parpadea, ahora a la
cuneta y al salir otra vez vas a buscar la línea. Todo acompañado del ruido y
las vibraciones de un motor de casi 50 años que gira como un reloj, de una moto
que forma parte de esa generación de máquinas que despertaron tu afición
(aunque en mi caso fuera de la marca rival). El aire en la cara, la nariz, ese
sensor que llevamos de serie, destapada, captando aromas, frío y calor. Estás
pensando en todo esto y vuelves a sentir esa euforia indescriptible por estar
haciendo algo que te apasiona y entusiasma como pocas cosas en la vida:
!! IR EN MOTO !!.
Valdealgorfa - Al final el dia se despejó
Gargallo
Todo el tramo siguiente hasta Montalbán, donde paramos, es
un paisaje para disfrutar. Antes del pueblo, al lado izquierdo de la carretera,
en los cortados de la montaña, se ven a lo lejos buitres volando en círculos,
luego nos explicaran que también hay corzos, cada vez mas.
Al detenernos, se acerca un lugareño a ver las motos, a el
le siguen varios mas, y llama a un miembro del motoclub local, al que le dice:
"Ven p'aqui, que esto no lo has visto nunca y no lo volverás a ver en tu
vida". Conocen la Impala, dos de ellos habían tenido una, pero nunca
habían visto una Texas. Esto se repite otras veces cuando paramos a repostar y
se acercan otros moteros en sus BMW, Harley, a todos les llaman la atención y
valoran su impecable aspecto.
Montalbán
En Caminreal nos desviamos hacia Monreal del Campo, fin de
la primera etapa. Repostamos y dejamos las motos preparadas para el día
siguiente: levantarse, desayunar y ... gas.
Una de los requisitos que buscamos al reservar sitio, fue
tener garaje cerrado, aquí estuvieron al lado del coche de la Guardia Civil;
estas joyas se merecen todos los cuidados.
Vamos a cenar al centro del pueblo, pasamos por delante de la iglesia, acaban de hacer misa y van a cerrar, pero el párroco nos deja
entrar un momento, mientras conversa con un grupo de feligreses, todas mujeres,
muchas vestidas en tonos oscuros, en una estampa inusual de estos tiempos, pero auténtica, para
unos urbanitas como nosotros. Cenamos en una terraza, repasando las vivencias
del día. Nacho esta tan entusiasmado o mas que yo. Dice que prefiere no cenar
mucho, pero al final ........
DIA 2
Repasamos el rutómetro analógico que lleva Nacho sobre la
bolsa del deposito, una hoja de papel con la ruta en Excel de Julián y algunas
anotaciones. Suficiente para el planteamiento de viaje que nos hemos montado.
Por la mañana tenemos que ir hasta Sigüenza, donde hemos quedado con Julián y
José Mª, los precursores de esta aventura.
Monreal del Campo - Preparadas para arrancar
Monreal del Campo - repaso del rutómetro
Pozuel del Campo
Subimos dos puertos de casi 1.300 m
(más o menos como Masella o La Molina), hace fresco y se agradece el Barbour.
No se trata de desplazarse sino de viajar, paramos cuando nos apetece. La
carretera, en contraposición a la autovía, junto con nuestra velocidad, te
permite parar cuando y donde quieres. Lo hacemos en Molina de Aragón y Anquela
del Ducado. Al descender entramos en una zona de amplias llanuras, bosques,
campo, un paisaje relajante.
Molina de Aragón - Fortaleza de Molina de los Caballeros
Anquela de Ducado
En Alcolea del Pinar cruzamos la N-II y nos dirigimos a
Sigüenza. En una recta veo a unos 50 m. un ave rapaz sobre un tendido telefónico (luego sabré que en esta zona hay águilas perdiceras).
No es que quiera hacer un relato de la fauna ibérica, pero no deja de
sorprenderme poder ver especies en peligro de extinción o casi, desde la
carretera. Nuestro moderno mundo nos aleja la naturaleza cada vez más.
Hemos quedado en la Plaza Mayor, delante de la catedral que
guarda al Doncel. Sigüenza ya vale por si sola un viaje.
Sigüenza - Plaza Mayor
Llegan Julián y José Mª, ellos serán nuestros guías hasta
Madrid y anfitriones en ella.
Parada técnica a la salida de Sigüenza para repostar.
Pasamos por Jadraque, con su imponente castillo, cuyo primer propietario fue Rodrigo Díaz de Vivar, al parecer descendiente del Cid Campeador.
Jadraque - Castillo
www.turismocastillalamancha.es
Paramos a comer en Jadraque. Hoy hace un día espléndido y el Barbour abriga demasiado
La caja de herramientas con un poco de todo, afortunadamente no la utilizamos en todo el viaje.
Pasamos por Puebla de Beleña, Humanes,
El Cubillo de Uceda, Valdetorres de Jarama. Aun estamos a unos 40-50 km de la
capital, pero de aquí poco ya distinguiremos el skyline del Madrid moderno.
La Impala y la Texas tienen depósitos de diferente tamaño,
así que nunca coinciden sus necesidades de repostaje, calculamos los kilómetros
en función de la Texas, de menor autonomía. Pasamos por Algete y Nacho me dice
que podríamos poner gasolina, en teoría podemos esperar unos 20 km., al cabo de
un par de km. empiezo a oír un leve ruido de aros, si, me voy a quedar sin
gasolina por no hacer caso a Nacho. Es una autovía, donde no puedes dar media
vuelta, cuando nos damos cuenta vemos a Julián hacerse pequeño, cada vez mas
lejos; al cabo de un rato vemos pasar a la Impala2 enchufada en el otro sentido
y un buen rato después acercándose hasta nosotros (prefiero no saber la vuelta
que tuvo que dar).
Me acuerdo que tengo instalada una aplicación en el
smartphone de esas que nunca uso, que busca la gasolinera mas próxima: mano de
santo, hay una a apenas 4 km, botellín de agua para trasvasar gasolina y
salimos del paso.
Llegamos a Madrid, que impresiona por su actividad, José Mª
nos lleva hasta su garaje, donde descansaran las "máquinas" y después
nos acompaña hasta nuestro alojamiento. Por la noche nos espera una cena en
casa de Julián.
Este viaje perdería mucho de su sentido si no fuese por
Julián y por José Mª, y por varios motivos: por la afición compartida, porque
ellos fueron los pioneros del viaje, por su actitud positiva ante las cosas y
por ese sentido del humor con el que se enfrentan a todo lo que hacen, pero por
encima de todo, porque son unas excelentes personas, unos buenos amigos a los
que apreciamos mucho y que nos han agasajado de la mejor de las
maneras. Desde aquí, otra vez gracias.
Ir en moto es una experiencia individual, pero los humanos,
como seres sociales que somos necesitamos compartir lo que hacemos y mas cuando
eso nos entusiasma. Durante la cena pudimos hacerlo y compartir anécdotas de
todo tipo, algunas desternillantes, como la que nos contó Charlie, un amigo de
Julián que nos acompañó. Pudimos conocer a Myriam, la encantadora esposa de
Julián y también a su hija. José Mª nos sorprendió regalándonos unos bonitos
polos conmemorativos del viaje, en los que hizo poner delante un logo de
Montesa y en la espalda el lema de un amigo de todos ellos, el desaparecido
John Haberbosch,
al que
creo haber visto en alguna Montesada, y que muchos amantes de las clásicas
conocían. La frase es todo un lema vital: "Life is an adventure or it is
nothing".
Fernando, Nacho, José Mª y Julián, brindando por Pepe y por su idea
DIA 3
Julián nos acompaño a por las motos, nos despedimos de el y de José
Mª y emprendimos el viaje de vuelta.
Madrid - Pza Castilla
Bajamos por la Castellana, Pza de Cuzco,
Santiago Bernabeu, Nuevos Ministerios y al llegar a Pza Dr. Marañón, giramos
por María de Molina, Avda de América y ...... vuelta casa.
Ahora
ya nos conocemos la ruta y aprovechamos para ir parando en puntos que nos
llamaron la atención en la ida. Nos detenemos a comer en Maranchón, a la salida pasamos entre inacabables
campos de girasoles y un fondo de modernos molinos de viento.
Entramos en una larguísima recta y nos detenemos a descansar, la Texas me pide tocar tierra. Al ver más tarde la foto, parece una alegoría de sus caminos paralelos, cada una en su elemento.
Pozuel del Campo
Puerto de Bañón
Pancrudo, curiosas formaciones geológicas
Pancrudo
Montalbán, Nacho y la Texas 175
Montalbán
Durante la mayor parte del viaje, Nacho ha llevado la Impala
Sport y yo la Texas, excepto en un par de ocasiones en las que hemos
intercambiado las motos. Después de hacer kilómetros, al hacer el cambio se
aprecian mucho las diferencias entre ambas; teniendo en cuenta que, aunque hace muchos años tuve una Impala Sport que usaba tanto a diario como en salidas por
carretera, no soy ningún especialista en este modelo y que de la Texas, los que
la conocen en profundidad, forman parte de una reducida élite entre la que no
me encuentro.
Pese a
tener un origen común, su comportamiento, dado que están destinadas a usos
diferenciados, es lógicamente muy distinto. Lo primero que notas al subirte es
la diferencia de posición, la Sport (y su manillar) te marcan y fijan la
postura, brazos estirados y cuerpo hacia delante. En la Texas, con su manillar
alto y más retrasado, llevas la espalda vertical con los brazos flexionados, lo
que te mucha más movilidad sobre la moto. Al arrancar, en la Sport no te puedes
limitar a soltar el embrague y dar gas, hay que hacerlo con tacto, pues tiene
una primera larga, pero una vez lo has hecho empieza lo bueno y las marchas
enlazan muy bien. La Texas, tiene una primera mucho más corta que permite
arrancar sin ningún tipo de dificultades, subiendo marchas sin problemas hasta
llegar al "muro" entre la 3ª y la 4ª, acrecentado en relación a la
Sport por la diferencia de potencia. Colocar la 4ª en subidas con cierta
pendiente o con viento de cara tiene su punto. Hay que estirar bastante la 3ª,
preveer con suficiente antelación (si se puede) el inicio de la subida y en
algunos casos aplanarte sobre el depósito. La Sport no tiene estos problemas y
demuestra ser una gran rodadora. Por otro lado y en comparación con la Texas,
la Sport exige una trazada precisa, mientras que la Texas permite corregir casi donde quieres. En cualquier
caso, el rendimiento de estos pequeños motores es sorprendente y tiene mucho
que ver con la gran ligereza de ambas motos, que es una de las cosas que me
atrae en general de las clásicas, en estas lo que hacemos con nuestro cuerpo
influye mucho más en la conducción que en una moto moderna.
Pasamos por Alcorisa, Calanda y finalizamos la etapa en Alcañiz.
Alcañiz
Tenemos reserva en el Hostal El
Trillero, donde pararon José Mª y Julián en su viaje, el hijo del propietario
es un gran aficionado a las Harley y se ha hecho construir un surtidor de
cerveza en ... un motor de su marca favorita.
Alcañiz desde el otro lado del rio
El Hostal está justo
delante del río, cruzamos un puente peatonal y nos plantamos en el muy
apreciable centro histórico, nos dirigimos a la Plaza Mayor, está llena, es
la Fiesta Mayor. Encontramos sitio en una terraza, cenamos de tapas y justo al
terminar, empieza el correbous (corretoros en traducción literal del catalán), lo
planeamos y no sale mejor.
Alcañiz - Plaza Mayor
Si antes la plaza ya estaba llena ahora lo esta a rebosar.
Aparece el “bou”, es de madera y se mueve a lomos de una persona llevando todo
tipo de petardos: bengalas, tubos de fuego, aros giratorios y cohetes. Corre de
forma anárquica por la plaza, los crios se lo pasan bomba y Nacho y yo tenemos
que salir corriendo mas de una vez para no ser fogueados. Sale 4 o 5 veces.
Cuando nos vamos, veo a Nacho y de repente todo el mundo a su alrededor sale
disparado quedándose solo en el centro de un corro de gente, ¡boom!, se había
colocado encima de un petardo y cual Ninja, queda envuelto por una nube de humo
pero sin desaparecer. Lo del Correbous ha sido la guinda del viaje y además
inesperada.
Alcañiz - correbous
DIA 4
Nos levantamos temprano y recogemos las motos de la sala de
fiestas del hostal, donde han estado a buen recaudo.
Para no montar el trípode le pedimos al dueño del hostal que
nos haga una foto. Posamos pero nos dice que no funciona, lo compruebo y nos
volvemos a colocar, nada, a la tercera vez me imagino lo que pasa y salgo
disparado. El buen hombre oprime el pulsador y no lo suelta, al llegar a casa
podré comprobar que nos ha hecho, en ráfaga, unas ¡50 fotos!.
Hace un día soleado, paramos para fotografiar los Ports,
pero por el contraluz no se aprecian bien.
Nos detenemos en Gandesa, delante del Celler Cooperativa del
arquitecto Cesar Martinell, obra maestra de la arquitectura industrial
modernista, está cerrado.
Gandesa - Celler Cooperativa
Lo que no vimos, el interior del Celler, es espectacular
Paramos en Riudoms, para hacer las ultimas fotos del viaje,
hoy hemos salido con los polos conmemorativos de José Mª, para llegar a
Barcelona.
Estas fotos son históricas, al menos para mí y aquellos que me conocen bien saben por qué, es la primera
vez en lo que empieza a ser una dilatada existencia, que un logotipo, prenda
o cualquier objeto con el anagrama de Montesa se apoya encima mío, en fin, lo que uno llega a hacer por
amistad no está escrito :-)
Riudoms
Uno es lo que es y no se puede evitar
Bromas aparte, espero la ocasión en la que podamos lucirlas juntos los cinco.
El Ebro a su paso por Mora la Nova
Falset
Siempre viajo con una cámara de fotos, pero en esta ocasión decidí sustituirla por el smartphone, no es lo
mismo pero se gana en agilidad. No hay que olvidar que, como suele decirse:
después de todo, la cámara no es más que lo que hay entre la fotografía y tu. Llevamos un trípode retráctil y un adaptador universal para
smartphone, lo siento pero me niego a llevar un palo de selfie.
Llegamos al mediodía a casa de Nacho, la aventura ha
terminado y nos ha dejado un recuerdo imborrable que, como bien dice José Mª,
se sigue disfrutando y saboreando, incluso más, después.
Al llegar a casa, saco la red y el tapizado del asiento esta intacto
Las motos han consumido unos 4 l/100 km (lo que gasta mi
Scoopy 150i 4T a similar velocidad pero sin equipaje, lo que ya te dice algo
del nivel tecnológico de nuestras clásicas, y en este caso del motor Montesa). No hemos tenido que apretar ni un
solo tornillo, ni arreglar absolutamente nada.
El promedio, incluyendo las paradas de todo tipo, ha sido de
unos 50 km/h.
EPILOGO
Han sido cuatro días de intenso motorismo, en los que nos
hemos abstraído de casi todo, disfrutando muchísimo y comprobando que unas
motos de apenas 175 cc y casi 50 años de antigüedad siguen siendo perfectamente
válidas para plantearse viajes de 1.300 km. Debo reconocer que me ha
sorprendido, pensaba que sería más complicado y el único motivo para ello
pueden ser mis prejuicios.
En realidad, no tenéis más que escuchar a personas de 70
años para arriba, para saber que en los 60 era algo habitual desplazarse con
estas pequeñas monocilíndricas a distancias de 300, 500, 600 km, por trabajo o
por ocio.
Apenas unos días después de volver, me encontré con Gonzalo
Vidal-Quadras, ex-director comercial de Bultaco y todo un Señor, de los que quedan pocos,
quien me contaba como durante muchos años se desplazaba cada fin de semana
entre Barcelona y Puigcerdá (180 km aprox. x 2) con una Tralla de 125 cc (no va
con segundas),
o haber hecho viajes por
trabajo a Bilbao (500 km) y todo ello por las carreteras de entonces.
El desarrollo tecnológico de las motos desde los años 60 ha
sido increíble. El estándar básico de moto de carretera ha pasado de los
175-250 cc a los 600 cc (como mínimo), unos auténticos pepinos que van de
maravilla y que necesitan una parte ciclo acorde con la potencia que tienen, lo
que al final se traduce en tamaño y en kilos (190 kg para arriba aprox). Las
Impala con sus 10-18 CV según modelo (excepto la 250 con 26 CV), se quedan en apenas 95 kg; si
tu planteamiento es viajar a 80-90 km/h, con algunas puntas de 100 km/h,
entonces es cuando te das cuenta que una clásica como la Impala (o la Texas, aunque menos),
es una opción tan buena como cualquier otra. Pierdes prestaciones y algo de comodidad,
pero a cambio disfrutas de agilidad, ligereza, percibiendo de forma más directa
la carretera y encima a lomos de un trozo de historia de nuestro motociclismo.
En cuanto a los pilotos, de edad casi similar a la de las
máquinas, no hemos tenido ningún problema. Nacho ha ido haciendo algún
estiramiento en las paradas. Yo por mi parte, a mis 60 años, siempre me acuerdo de que tengo
espalda, me la noto, pequeñas molestias, pensando todo el día en como me
siento, como levanto peso, etc. Sin embargo en estos cuatro días y pese a las
horas que hemos pasado en moto, no me he acordado de ella ni una sola vez, no
estaba así desde hace 25 años por lo menos, fresco como una rosa. Está claro
que ir en moto es muy beneficioso para el organismo, tendré que volver a ir
más. En fin, todo ha sido una pequeña aventura que tendremos que volver a
repetir y como recuerdo de la cual, Pepe nos ha obsequiado con unas preciosas fotografias acuareladas, gracias Pepe.
Gracias a Pep, una de las fotos del viaje ocupó el encabezado del Facebook del Moto Club Impala durante dos semanas