
Mi padre fué la primera persona a quien oí hablar, con ilusión, de motos. Su primera adquisición fué una Lube 100, en un momento que era lo único que se podía permitir y con la que pasó muy buenos momentos junto con mi madre. La segunda fué por placer y era una fantástica Sherpa T (49), con la que me acabé iniciando en el Trial.

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